Pliegues de sensibilidad, fuerza, arrojo y persona en su amplitud de registros como compositora. A Vanesa Martín no se le terminan las capas para lograr en cada nuevo álbum sorprender, seducir y convencer.

El mundo de los sueños, sus metáforas pobladas de naturaleza viva y muerta nos condenan al placentero viaje de canciones con letras poetas, esculpidas de corazón y tripa que revuelven con sentido. Su música te invita a abrigar el alma, a tararearle al amor, al desamor, a la alegría de vivir y a los dolores tan profundos como livianos para descorcharte a la vida. Esa vida que, con tiempo de barbecho, Vanesa aprovecha para acariciarla, respirarla hasta convertir reflexión en canción, canción en verso, verso en reclama... Vanesa Martín ha ganado fuerza, aplomo y profundidad en su música sin perder la esencia de aquella que fue con su primer álbum AGUA. No silencia, con cada letra rompe y se rompe, provoca sin miedo, te atraviesa traviesa y seduce en nuevas propuestas más libres.

Desde que la descubrí con su álbum Trampas, su música me ha acompañado, arañando el alma con la suavidad de su hechicera pluma. La vida me regaló poder compartir tiempo, conocer a la persona por encima de la artista. Comprobar que la evolución de su música camina de la mano de su madurez en calma. La mujer se abre paso a la poeta con el arrojo de conocer ese difícil equilibrio: seguir en tierra para tocar ese cielo que con cada trabajo toca y nos toca.

Vanesa Martín vuelve con Placeres y Pecados, también podría haberse llamado Placeres pecados. Toda una declaración de intenciones: seguir animando a agarrar la vida, a no soltarla, a beberse los placeres: los mejores son los que saben a pecado.

Ella vuelve: la artista. Con un disco completo, rodeada de una producción más completa si cabe también. Dejo a los críticos esa tarea de dar valor técnico al nuevo álbum.

Vanesa Martín vuelve a revolverme, a dejarme con el alma caliente, con cada canción repleta de buenas propuestas, de mensajes cifrados más allá de sus letras.

Yo también soy de las que peco, por placer, por deseo y por amor a ese gran misterio que llamamos vida.

Sandra Barneda.