Hablar de Jammin’ Dose es acercarse a algo difícil de encontrar en la música de unos años a esta parte: una propuesta innovadora. En activo desde 2009, la creatividad en sus composiciones y la diversidad de influencias de cada miembro de la banda -seguidores confesos del flamenco, la electrónica, el metal o el rock progresivo-, dan como resultado un sonido contundente, heterogéneo, con una enorme carga rítmica, y lleno de matices.

Sus miembros simplifican la definición de su música bajo el concepto de ‘funk rock’. No obstante, la cantidad de estilos musicales y recovecos de sus arreglos evocan otros géneros que viajan desde el reggae, hasta el rock alternativo o el soul.

La banda malagueña se aleja de la clásica formación de rock con sección de vientos, integrando a los metales como parte sustantiva de su propuesta musical. Pudimos comprobarlo en su primer trabajo de estudio, ‘Fake Town’, que a través de 6 cortes, ya introducía la versatilidad estilística de la banda.

Su segundo álbum, ‘Deadline’ (2015) mantiene la calidad material del primero y exploran nuevos horizontes aportando incluso reminiscencias folk.

Con el lanzamiento de su tercer disco, ‘Gravity’, esperan consolidar su esencia. Para ello han reunido a algunos de sus ídolos e ilustres nombres del sector, tales como Pepe Bao, Andreas Lutz de O’funk’illo, Manuel Ángel ‘Mart’ (Estirpe) o Gordo Master. Para la producción no han escatimado en recursos y cuentan con la producción de Tony Romero.

Todos estos factores explican por qué de la fuerza de sus directos disfrutan públicos muy diversos, y cómo un grupo con tantas fuentes de inspiración consiga algo tan complicado hoy en día como proyectar singularidad: es posible que en sus temas identifiques influencias de Foo Fighters, Tower of Power o Jamiroquai. Pero seguro también detectarás que su sonido tiene marca propia. Jammin’ Dose suena solo y exclusivamente a Jammin’ Dose.