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Tuco y los Definitivos
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MAY
28
2018
Burgos, Spain
El Baul de la Piquer
I Was There
MAY
26
2018
Cubo de Bureba, Spain
Concentracion Motera , Ucas de Arrate
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MAY
25
2018
Burgos, Spain
Cafe Kenia
I Was There
MAY
21
2018
Burgos, Spain
El Baul de la Piquer
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2018
Burgos, Spain
Cafe Kenia
I Was There
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14
2018
Burgos, Spain
Baul de la Piquer
I Was There
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About Tuco y los Definitivos
Cuentan las buenas lenguas que Tuco, siempre generoso, ofreció su primer número en el instante mismo de llegar al mundo. Cuando le arrearon ese cachete en las nalgas que inaugura los pulmones, no lloró, le entró la risa. Tras este primer gag de paritorio mantuvo en vilo a los asistentes al presentar la erección más precoz de la historia médica mientras la enfermera lavaba su, todavía, inocente aparatillo. Nacer tocado por esta gracia marca estilo además de paquete. El chico venía equipado de serie para abordar con humor los asuntos más serios y responder a la pasión sin disimulos.
En una ciudad provinciana de los sesenta con semejante configuración lo mismo te dabas a la bebida que acababas opositando a notarías. El bueno de Tuco, encantado con su paraíso, no esperó a ser tentado por la serpiente del espectáculo, fue directamente al árbol y se comió todas las manzanas. Así, sin más, por la mismísima cara, se subió a su estrella y empezó a ser lo que quería ser. Sin duda influyó que en plena adolescencia la música le permitía fusionar sus dos principales querencias, a saber: las morenas y las rubias. Nos lo cuenta en su canción “Chico fácil”:
Yo, por entonces tenía dieciséis,
un armario lleno de revistas porno,
cinco novias a punto de caer,
un piano y ganas de echar un polvo.
Quitando el piano y rebajando novias era como ustedes o como yo pero sin andarse por las ramas. Envidia da pensar que ya tan jovencito supiera que, en el fondo, las grandes decisiones casi siempre se toman “porque si”.
Como quien no quiere la cosa se empeñó en hacerse abogado en aquel Madrid de principios de los ochenta. Obró el prodigio de licenciarse tras una larga carrera por la clase de auditorios en que raramente se acaba derecho. De aquel frenesí nacen sus primeras canciones y las actuaciones con músicos que ya son clásicos. “En bolas”, “Cómo mola la luna”, “La piraña en el bidet”, “Mastúrbate pensando en mí” títulos sugerentes para un estilo que bautizó como Porno-Rock. En 1988 reúne diez pecados musicales para su primer vinilo que lleva el nombre de su grupo “Definitivos”. Temas cañeros y canciones sobre el carácter liberador de lo único:
Ya tenía ganas yo
de salir de la rutina
y encontrar una salida
tan salida como yo.
De vuelta a Burgos compagina la toga con las vaginas. (Disculpen el lapsus) debería decir “con la música” pero semejante topicazo no pega con un tío tan inclasificable. A su aire, a fuerza de fe, instinto e incontables bolos va depurando su pasión. Aprende claqué, se pule los ahorros en mejorar su equipo y, ya puestos, monta su propio estudio de grabación (PIN Producciones). Diseña un show personal con elementos teatrales y se viste para la ocasión alternando el frac con los chalecos de lentejuelas. Entre tanto conoce a Belfi, un excelente instrumentista y, por cierto, el único francés vivo operado del glamour. Juntos interpretan, graban, editan y venden dos discos en los noventa con algunos temas inolvidables, “Miénteme Pinocho”, “La chica del asiento de atrás” o “Me mato a pajas”.
Tuco evoluciona aplicando el sano principio de “quién sienta culo no levanta cabeza”. Adapta sus números a pequeños aforos, se sube a la noria de la ironía, busca un contacto más estrecho, sobre todo con las espectadoras, pero no pierde la frescura. Espera al 2005 y aprovechando la rima nos la hinca por la espalda con “Sex o no sex”, su último disco. Nueve canciones lubricantes de efecto instantáneo hasta en las sonrisas más oxidadas. Para muestra un par de botones. En plan confidencial nos habla de su compromiso solidario en “Chico fácil”:
Procuro no perderme la ocasión
de maltratar las esquinas de mi cama,
No soy racista, bien lo sabe Dios,
me da lo mismo un francés que una cubana.
O nos hace una auténtica declaración de intenciones en el pasodoble “Soy hetero”:
No me fío de ser monje o penitente
que en el cielo cada vez hay más ambiente
Y en la puerta bajo un “ora pro nobis”
en lugar de San Pedro está San Boris
Y así, a bordo de boleros, rancheras, tangos y mestizajes varios nos lleva de paseo por el filo más travieso de nuestras historias de entrepierna. Si es usted de los que viven con alegría el toqueteo de bajos, las fantasías húmedas o el peritaje de traseros ajenos, seguramente sentirá cosquillas en las neuronas.
Y eso es todo, amigos. 22 años pornoactivos manteniendo el tipo y sin deber nada a nadie. Si creen que es fácil hagan la prueba. Un último aviso: no busquen trinos armoniosos o virtuosismo académico, para eso hay otros más dotados (musicalmente, por supuesto). El verdadero talento de Tuco reside en la sinceridad de su directo y en su manera de contarnos la vida desde el más allá de la ropa interior. Su envidiable don consiste en hacer de un mal polvo una buena canción, en perder la esperanza mucho antes que el humor. Vayan a verlo y ya me contaran.
En una ciudad provinciana de los sesenta con semejante configuración lo mismo te dabas a la bebida que acababas opositando a notarías. El bueno de Tuco, encantado con su paraíso, no esperó a ser tentado por la serpiente del espectáculo, fue directamente al árbol y se comió todas las manzanas. Así, sin más, por la mismísima cara, se subió a su estrella y empezó a ser lo que quería ser. Sin duda influyó que en plena adolescencia la música le permitía fusionar sus dos principales querencias, a saber: las morenas y las rubias. Nos lo cuenta en su canción “Chico fácil”:
Yo, por entonces tenía dieciséis,
un armario lleno de revistas porno,
cinco novias a punto de caer,
un piano y ganas de echar un polvo.
Quitando el piano y rebajando novias era como ustedes o como yo pero sin andarse por las ramas. Envidia da pensar que ya tan jovencito supiera que, en el fondo, las grandes decisiones casi siempre se toman “porque si”.
Como quien no quiere la cosa se empeñó en hacerse abogado en aquel Madrid de principios de los ochenta. Obró el prodigio de licenciarse tras una larga carrera por la clase de auditorios en que raramente se acaba derecho. De aquel frenesí nacen sus primeras canciones y las actuaciones con músicos que ya son clásicos. “En bolas”, “Cómo mola la luna”, “La piraña en el bidet”, “Mastúrbate pensando en mí” títulos sugerentes para un estilo que bautizó como Porno-Rock. En 1988 reúne diez pecados musicales para su primer vinilo que lleva el nombre de su grupo “Definitivos”. Temas cañeros y canciones sobre el carácter liberador de lo único:
Ya tenía ganas yo
de salir de la rutina
y encontrar una salida
tan salida como yo.
De vuelta a Burgos compagina la toga con las vaginas. (Disculpen el lapsus) debería decir “con la música” pero semejante topicazo no pega con un tío tan inclasificable. A su aire, a fuerza de fe, instinto e incontables bolos va depurando su pasión. Aprende claqué, se pule los ahorros en mejorar su equipo y, ya puestos, monta su propio estudio de grabación (PIN Producciones). Diseña un show personal con elementos teatrales y se viste para la ocasión alternando el frac con los chalecos de lentejuelas. Entre tanto conoce a Belfi, un excelente instrumentista y, por cierto, el único francés vivo operado del glamour. Juntos interpretan, graban, editan y venden dos discos en los noventa con algunos temas inolvidables, “Miénteme Pinocho”, “La chica del asiento de atrás” o “Me mato a pajas”.
Tuco evoluciona aplicando el sano principio de “quién sienta culo no levanta cabeza”. Adapta sus números a pequeños aforos, se sube a la noria de la ironía, busca un contacto más estrecho, sobre todo con las espectadoras, pero no pierde la frescura. Espera al 2005 y aprovechando la rima nos la hinca por la espalda con “Sex o no sex”, su último disco. Nueve canciones lubricantes de efecto instantáneo hasta en las sonrisas más oxidadas. Para muestra un par de botones. En plan confidencial nos habla de su compromiso solidario en “Chico fácil”:
Procuro no perderme la ocasión
de maltratar las esquinas de mi cama,
No soy racista, bien lo sabe Dios,
me da lo mismo un francés que una cubana.
O nos hace una auténtica declaración de intenciones en el pasodoble “Soy hetero”:
No me fío de ser monje o penitente
que en el cielo cada vez hay más ambiente
Y en la puerta bajo un “ora pro nobis”
en lugar de San Pedro está San Boris
Y así, a bordo de boleros, rancheras, tangos y mestizajes varios nos lleva de paseo por el filo más travieso de nuestras historias de entrepierna. Si es usted de los que viven con alegría el toqueteo de bajos, las fantasías húmedas o el peritaje de traseros ajenos, seguramente sentirá cosquillas en las neuronas.
Y eso es todo, amigos. 22 años pornoactivos manteniendo el tipo y sin deber nada a nadie. Si creen que es fácil hagan la prueba. Un último aviso: no busquen trinos armoniosos o virtuosismo académico, para eso hay otros más dotados (musicalmente, por supuesto). El verdadero talento de Tuco reside en la sinceridad de su directo y en su manera de contarnos la vida desde el más allá de la ropa interior. Su envidiable don consiste en hacer de un mal polvo una buena canción, en perder la esperanza mucho antes que el humor. Vayan a verlo y ya me contaran.
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Genres:
Edm Producer, Cantautor, Pianista, Showman
Band Members:
y los Definitivos:musicos que han tocado conmigo toda la vida., Tuco Redondo
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About Tuco y los Definitivos
Cuentan las buenas lenguas que Tuco, siempre generoso, ofreció su primer número en el instante mismo de llegar al mundo. Cuando le arrearon ese cachete en las nalgas que inaugura los pulmones, no lloró, le entró la risa. Tras este primer gag de paritorio mantuvo en vilo a los asistentes al presentar la erección más precoz de la historia médica mientras la enfermera lavaba su, todavía, inocente aparatillo. Nacer tocado por esta gracia marca estilo además de paquete. El chico venía equipado de serie para abordar con humor los asuntos más serios y responder a la pasión sin disimulos.
En una ciudad provinciana de los sesenta con semejante configuración lo mismo te dabas a la bebida que acababas opositando a notarías. El bueno de Tuco, encantado con su paraíso, no esperó a ser tentado por la serpiente del espectáculo, fue directamente al árbol y se comió todas las manzanas. Así, sin más, por la mismísima cara, se subió a su estrella y empezó a ser lo que quería ser. Sin duda influyó que en plena adolescencia la música le permitía fusionar sus dos principales querencias, a saber: las morenas y las rubias. Nos lo cuenta en su canción “Chico fácil”:
Yo, por entonces tenía dieciséis,
un armario lleno de revistas porno,
cinco novias a punto de caer,
un piano y ganas de echar un polvo.
Quitando el piano y rebajando novias era como ustedes o como yo pero sin andarse por las ramas. Envidia da pensar que ya tan jovencito supiera que, en el fondo, las grandes decisiones casi siempre se toman “porque si”.
Como quien no quiere la cosa se empeñó en hacerse abogado en aquel Madrid de principios de los ochenta. Obró el prodigio de licenciarse tras una larga carrera por la clase de auditorios en que raramente se acaba derecho. De aquel frenesí nacen sus primeras canciones y las actuaciones con músicos que ya son clásicos. “En bolas”, “Cómo mola la luna”, “La piraña en el bidet”, “Mastúrbate pensando en mí” títulos sugerentes para un estilo que bautizó como Porno-Rock. En 1988 reúne diez pecados musicales para su primer vinilo que lleva el nombre de su grupo “Definitivos”. Temas cañeros y canciones sobre el carácter liberador de lo único:
Ya tenía ganas yo
de salir de la rutina
y encontrar una salida
tan salida como yo.
De vuelta a Burgos compagina la toga con las vaginas. (Disculpen el lapsus) debería decir “con la música” pero semejante topicazo no pega con un tío tan inclasificable. A su aire, a fuerza de fe, instinto e incontables bolos va depurando su pasión. Aprende claqué, se pule los ahorros en mejorar su equipo y, ya puestos, monta su propio estudio de grabación (PIN Producciones). Diseña un show personal con elementos teatrales y se viste para la ocasión alternando el frac con los chalecos de lentejuelas. Entre tanto conoce a Belfi, un excelente instrumentista y, por cierto, el único francés vivo operado del glamour. Juntos interpretan, graban, editan y venden dos discos en los noventa con algunos temas inolvidables, “Miénteme Pinocho”, “La chica del asiento de atrás” o “Me mato a pajas”.
Tuco evoluciona aplicando el sano principio de “quién sienta culo no levanta cabeza”. Adapta sus números a pequeños aforos, se sube a la noria de la ironía, busca un contacto más estrecho, sobre todo con las espectadoras, pero no pierde la frescura. Espera al 2005 y aprovechando la rima nos la hinca por la espalda con “Sex o no sex”, su último disco. Nueve canciones lubricantes de efecto instantáneo hasta en las sonrisas más oxidadas. Para muestra un par de botones. En plan confidencial nos habla de su compromiso solidario en “Chico fácil”:
Procuro no perderme la ocasión
de maltratar las esquinas de mi cama,
No soy racista, bien lo sabe Dios,
me da lo mismo un francés que una cubana.
O nos hace una auténtica declaración de intenciones en el pasodoble “Soy hetero”:
No me fío de ser monje o penitente
que en el cielo cada vez hay más ambiente
Y en la puerta bajo un “ora pro nobis”
en lugar de San Pedro está San Boris
Y así, a bordo de boleros, rancheras, tangos y mestizajes varios nos lleva de paseo por el filo más travieso de nuestras historias de entrepierna. Si es usted de los que viven con alegría el toqueteo de bajos, las fantasías húmedas o el peritaje de traseros ajenos, seguramente sentirá cosquillas en las neuronas.
Y eso es todo, amigos. 22 años pornoactivos manteniendo el tipo y sin deber nada a nadie. Si creen que es fácil hagan la prueba. Un último aviso: no busquen trinos armoniosos o virtuosismo académico, para eso hay otros más dotados (musicalmente, por supuesto). El verdadero talento de Tuco reside en la sinceridad de su directo y en su manera de contarnos la vida desde el más allá de la ropa interior. Su envidiable don consiste en hacer de un mal polvo una buena canción, en perder la esperanza mucho antes que el humor. Vayan a verlo y ya me contaran.
En una ciudad provinciana de los sesenta con semejante configuración lo mismo te dabas a la bebida que acababas opositando a notarías. El bueno de Tuco, encantado con su paraíso, no esperó a ser tentado por la serpiente del espectáculo, fue directamente al árbol y se comió todas las manzanas. Así, sin más, por la mismísima cara, se subió a su estrella y empezó a ser lo que quería ser. Sin duda influyó que en plena adolescencia la música le permitía fusionar sus dos principales querencias, a saber: las morenas y las rubias. Nos lo cuenta en su canción “Chico fácil”:
Yo, por entonces tenía dieciséis,
un armario lleno de revistas porno,
cinco novias a punto de caer,
un piano y ganas de echar un polvo.
Quitando el piano y rebajando novias era como ustedes o como yo pero sin andarse por las ramas. Envidia da pensar que ya tan jovencito supiera que, en el fondo, las grandes decisiones casi siempre se toman “porque si”.
Como quien no quiere la cosa se empeñó en hacerse abogado en aquel Madrid de principios de los ochenta. Obró el prodigio de licenciarse tras una larga carrera por la clase de auditorios en que raramente se acaba derecho. De aquel frenesí nacen sus primeras canciones y las actuaciones con músicos que ya son clásicos. “En bolas”, “Cómo mola la luna”, “La piraña en el bidet”, “Mastúrbate pensando en mí” títulos sugerentes para un estilo que bautizó como Porno-Rock. En 1988 reúne diez pecados musicales para su primer vinilo que lleva el nombre de su grupo “Definitivos”. Temas cañeros y canciones sobre el carácter liberador de lo único:
Ya tenía ganas yo
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tan salida como yo.
De vuelta a Burgos compagina la toga con las vaginas. (Disculpen el lapsus) debería decir “con la música” pero semejante topicazo no pega con un tío tan inclasificable. A su aire, a fuerza de fe, instinto e incontables bolos va depurando su pasión. Aprende claqué, se pule los ahorros en mejorar su equipo y, ya puestos, monta su propio estudio de grabación (PIN Producciones). Diseña un show personal con elementos teatrales y se viste para la ocasión alternando el frac con los chalecos de lentejuelas. Entre tanto conoce a Belfi, un excelente instrumentista y, por cierto, el único francés vivo operado del glamour. Juntos interpretan, graban, editan y venden dos discos en los noventa con algunos temas inolvidables, “Miénteme Pinocho”, “La chica del asiento de atrás” o “Me mato a pajas”.
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Procuro no perderme la ocasión
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No soy racista, bien lo sabe Dios,
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O nos hace una auténtica declaración de intenciones en el pasodoble “Soy hetero”:
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Y así, a bordo de boleros, rancheras, tangos y mestizajes varios nos lleva de paseo por el filo más travieso de nuestras historias de entrepierna. Si es usted de los que viven con alegría el toqueteo de bajos, las fantasías húmedas o el peritaje de traseros ajenos, seguramente sentirá cosquillas en las neuronas.
Y eso es todo, amigos. 22 años pornoactivos manteniendo el tipo y sin deber nada a nadie. Si creen que es fácil hagan la prueba. Un último aviso: no busquen trinos armoniosos o virtuosismo académico, para eso hay otros más dotados (musicalmente, por supuesto). El verdadero talento de Tuco reside en la sinceridad de su directo y en su manera de contarnos la vida desde el más allá de la ropa interior. Su envidiable don consiste en hacer de un mal polvo una buena canción, en perder la esperanza mucho antes que el humor. Vayan a verlo y ya me contaran.
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